¿Necesito supervisión?
Es cierto, no estamos acostumbrad@s…
La nuestra es una profesión solitaria, y no tenemos el hábito de compartir nuestros casos con nadie, a no ser que tengamos la suerte de formar parte de un equipo de profesionales y estemos dispuestos a hacerlo aunque sea en la pausa del café. Pero no es lo habitual.
Parece que terminamos la carrera o el master o la formación especializada que hayamoselegido y allá que nos sueltan… y búsquese usted la manera de afrontar las terapias.
Recuerdo que yo fui de las privilegiadas. Realicé una primera especialización en Sexología al acabar la carrera y los últimos tres meses participé en un Grupo de Supervisión como complemento de las prácticas… aquello me abrió las puertas del cielo.
Participar en aquellas sesiones grupales donde se juntaban ocho terapeutas y cada uno hablaba de tres casos fue una de las mayores “gozadas” profesionales de las que he formado parte. Mi presencia allí como oyente y espectadora me parecía una oportunidad aprender mientras veía como cada persona planteaba sus dificultades y la supervisora comentaba y abría turnos para que el resto opinara.
Allí aparecían las dificultades, los temores, los bloqueos… todos los elementos con los que yo con el tiempo me encontraría en mi práctica terapéutica tanto desde la Psicología como desde la Sexología y de alguna forma siempre me han venido palabras e imágenes que entonces aparecieron para reconfortarme y darme luz.
Nos cuesta pedir ayuda, lo sé, pero es tan aliviante cuando la recibes y creces tanto profesionalmente que desde entonces no he dejado de hacerlo.
Participar en grupos de Supervisión, recibirla directamente de un profesional o colaborar en algún tipo de grupo de reflexión me parece uno de los mayores que tanto los psicólog@s como los sexolog@s podemos hacer.
Porque necesitamos sentirnos acompañados, porque nos ayuda a salirnos de nosotros mismos y de nuestra relación terapéutica para verla con la distancia necesaria, porque todos pasamos por crisis y tanto vitales como profesionales y porque además nos enriquece si lo compartimos.
Siempre he pensado que en nuestra profesión nos falta cierta humildad y tiene que ver con esa individualidad desde la que siempre nos posicionamos. Gracias a que estamos cambiando y nos sentimos mucho más seguros y cada vez somos más capaces de contactar con otros y solicitar acompañamiento.
Aprender, aprender y aprender de los demás y conmigo. Me parece todo un Plan…¿Necesitamos más argumentos para hacerlo?
Más bien creo que, como dice un conocido sabio… Sobran los Motivos!